
Pero su padre necesitaba aquel trabajo. Danny sabía que en la mente de su madre cada vez ocupaba más espacio la idea de divorcio y que su padre pensaba una y otra vez en algo malo, en algo malo y en suicidio. Sí, necesitaba un trabajo, aunque fuera aquél. ¿Aunque fuera aquél? También podía ser que esa fuera la excepción, que no se cumpliera lo que Danny había soñado despierto. Total, era cuidar de un hotel de lujo, de ciento diez habitaciones, que quedaba aislado por la nieve durante al menos seis meses. Así que hasta el deshielo iban a estar los tres solos, ¿solos?, en el inmenso edificio. Y apenas llegaron, lo reconoció. Ya lo había visto. Aquel era el edificio. Aquella era la habitación. Aquel era el espejo. REDRUM-MURDER.
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